La policía investiga a Lula
por un caso de tráfico de influencias
El expresidente brasileño está bajo
escrutinio policial por la "venta" de proyectos de ley que
beneficiaron a empresas automovilísticas
El expresidente Luiz
Inácio Lula da Silva anda abatido y cabizbajo, muy diferente del
sindicalista parlanchín que movilizaba muchedumbres en piquetes en São Paulo y
del político que lideró mítines por todo Brasil desde la década de los 90 hasta
sus dos victorias electorales en 2002 y 2006. Sus aliados dicen que los ataques
que han sufrido él y su familia han contribuido a que le cambie el semblante.
Un documento que la policía federal entregó a la justicia esta
semana informa de que el expresidente está siendo investigado en la operación de
“venta” de medidas provisionales —proyectos de ley con carácter de urgencia, a
los que el Parlamento tiene que dar prioridad— que beneficiaron a fabricantes
de automóviles. El caso es un elemento más en un océano de malas noticias. Lo
que más le preocupa a la familia de Lula y a toda la cúpula de su partido, el
Partido de los Trabajadores (PT), es la sospecha de que sea dueño de dos
inmuebles (que juntos valen unos 690.000 euros) que jamás se declararon a Hacienda:
una casa de campo en una finca de 173.000 metros cuadrados en el Estado de São
Paulo y un tríplex de 215 metros cuadrados en la costa.
Reformas sospechosas
Los dos inmuebles habrían sido reformados por las
constructoras OAS y Odebrecht, acusadas de desviar miles de millones de reales
de la
petrolera brasileña Petrobras, trama descubierta por la operación Lava
Jato. Se trataría de una especie de regalo al expresidente, uno de los
principales favorecidos de las donaciones a campañas electorales que hicieron
estas dos empresas.
El periódico O Estado de S. Paulo reveló que la casa de
campo se compró en el despacho de un amigo de Lula, el abogado Roberto Teixeira. Los propietarios del inmueble serían dos
socios de Luís Cláudio Lula da Silva, hijo de Lula y ahijado de Teixeira,
investigado en la operación Zelotes sobre compra de medidas provisionales.
Hasta el mes pasado, Lula solo era un testigo de la policía en el caso.
Lula niega ser dueño de esos inmuebles. Sobre la casa de
campo, su asesoría afirma que pertenece a amigos de la familia. Alega que las
visitas a la propiedad —111 en cuatro años, según la revista Época— eran solo
momentos de descanso familiar. Sobre el apartamento, alega que llegó a pagar
una cuota de uno de los pisos del edificio, pero que nunca adquirió el tríplex.
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