Bernardo
O'Higgins Riquelme (1778-1842)
Bernardo O'Higgins llevó a cabo la independencia
de Chile y consolidó sus primeros años como nación. Sus acciones como Director
Supremo le valieron diversos juicios historiográficos y hoy continúa
considerándose como el padre de la patria.
Bernardo O'Higgins Riquelme es considerado el padre de la patria. Su presencia, como
militar y gobernante, fue crucial en todo el proceso de emancipación chilena del
dominio español, ya fuera luchando en las batallas de la Independencia o
ejerciendo como primer Director Supremo de la nueva nación. Hijo
natural del que fuera gobernador de Chile y virrey del Perú, Ambrosio O´Higgins, nació
el 20 de agosto de 1778, en Chillán Viejo. Realizó sus estudios en Lima y luego
en Inglaterra, donde conoció a Francisco Miranda, quien lo inició en las ideas
independentistas. Muerto su padre en 1801, regresó a Chile a tomar posesión de
la hacienda de Las Canteras cercana a la ciudad de Los Ángeles.
En 1810,
fue elegido diputado de la recién formada Junta de Gobierno y nombrado coronel de ejército en 1811. En 1813, se
enfrentó por primera vez a los realistas en la batalla de El Roble. Su
rivalidad con José Miguel Carrera, el otro líder de la
Independencia, la llevó a enfrentarse, en 1814, en el combate de Tres Acequias.
No obstante su espíritu patriota primó y O'Higgins se unió a Carrera para
enfrentar la invasión de las fuerzas realistas dirigidas por Mariano Osorio.
Durante
el período de la Reconquista,
organizó en Mendoza, junto a José de San Martín, el Ejército Libertador de Los Andes y
dirigió la ofensiva chilena. Derrotadas las fuerzas realistas, asumió como
Director Supremo y firmó, el 12 de febrero de 1818, la Proclamación de la Independencia de Chile.
En algunas de las proclamas
dirigidas por O'Higgins a los soldados enemigos que aún resistían, dejó
claramente establecida su posición antimonárquica. Sin embargo, su afán por
incrementar el desarrollo económico del país, lo impulsó a establecer
relaciones comerciales con las principales monarquías europeas; las cartas enviadas a los reyes,
escritas en un lenguaje equilibrado y cauteloso, quedaron para la posteridad
como un testimonio de su carácter eminentemente pragmático.
Entre las
obras de su gobierno, tuvo especial relevancia la construcción de escuelas primarias,
la reapertura del Instituto Nacional y la Biblioteca Nacional, además de la creación de
la Escuela Militar. En su gestión como Director Supremo tomó medidas que le
significaron ganarse la antipatía de la aristocracia criolla, como la abolición
de los mayorazgos y los títulos de nobleza, la supresión de los escudos de
armas y la creación de la legión al mérito. En estas disposiciones puede
observarse la influencia de la logia masónica Lautarina -a la que O'Higgins
pertenecía-, que se caracterizaba por su rechazo al orden nobiliario.
Su
gloriosa vida pública -aunque no desprovista de episodios oscuros, como su
participación en la muerte de José Miguel Carrera y Manuel Rodríguez- fue evaluada por él mismo en un manifiesto dirigido a su pueblo. Paradójicamente, su abdicación al
cargo de Director Supremo de Chile el 28 de enero de 1823, uno de los episodios
más tristes de su vida, fue la máxima expresión de su adhesión a la causa del
país, ya que voluntariamente se despojó del poder para evitar una guerra civil,
dejando como testimonio una emocionada despedida.
Falleció en Lima el 24 de octubre del año 1842.
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