Las repercusiones de
la decisión de Bachelet
La Presidenta reconoció los problemas de su plan reformista, pero todavía
no se sabe con precisión cuál será la magnitud del cambio en la hoja de ruta
del gobierno.
A pesar de los reclamos, las cifras
económicas y los resultados poco auspiciosos de las encuestas, Michelle
Bachelet se mostraba decidida a continuar con sus propuestas de cambios
profundo sin estimar los alegatos de que éstas pudieran
afectar la marcha del país.
Sin embargo, luego de todo un primer
periodo negando todas las señales, la presidenta de Chile cedió y admitió que la
crisis de confianza que la tenían tumbada en las encuestas no era ajena a su
plan de transformaciones, lo que finalmente la conminó a
realizar el cambio de gabinete en que reemplazó a los ministros que lideraban
junto a ella el proceso de cambios.
El reconocimiento de que la realidad
imponía renunciar a algunas de sus reformas o al menos
modificar el ritmo, no fue una decisión que le resultara fácil,
ya que responden a un compromiso que adquirió durante la campaña.
Pero optó por hacerlo, corriendo incluso el
riesgo de generar ruido al interior de la Nueva Mayoría, luego de entender que
no tenía otra opción que actuar con realismo, pero sin renuncia, de acuerdo a
la forma como ella misma sintetizó la línea de la etapa que comienza.
A pesar de que la desaceleración fue uno de
los temas por los cuales decidió frenar el ritmo de su plan reformista, no fue
el principal, ya que lo enmarcó dentro de un cuadro general de problemas.
En su descripción de las dificultades que
hacen imposible continuar con el plan reformista al ritmo que se había
planteado, la mandataria parece haber acogido la tesis del ministro de
Hacienda, Rodrigo Valdés, de que los problemas políticos no eran ajenos al mal
momento económico que, en términos absolutos, es lo que obligó a frenar el
proceso de cambios.
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