Isla de Pascua
Ubicada en el vértice oriental
del gigantesco archipiélago de la Polinesia, la Isla de Rapa Nui -también
conocida como Isla de Pascua - tiene una historia muy particular.
Desde su
colonización inicial por inmigrantes polinesios, su extremo aislamiento
favoreció el desarrollo de una cultura de rasgos únicos en el mundo, la que
sólo ha podido ser reconstruida gracias al aporte de la arqueología
y la etnología.
Hace unos tres mil años,
navegantes procedentes del sudeste asiático se instalaron en las islas Tonga y
Samoa, y a lo largo de los siguientes mil años iniciaron un proceso de
colonización de la Polinesia. Desplazándose en oleadas sucesivas ocuparon la
extensa zona situada entre Hawai, al norte, Nueva Zelanda, al suroeste, y Rapa
Nui, al sureste. Hacia el año 600, arribó a la isla un grupo de colonizadores
desde las islas Marquesas, que introdujeron una gran variedad de cultivos
vegetales como el camote, el taro, el ñame, el plátano y la caña de azúcar, así
como también la rata polinésica y la gallina que tuvo gran importancia para el
intercambio. Según la tradición oral, el grupo habría estado encabezado por el Ariki
Hotu Matu'a, quien fundó el linaje dominante que en el futuro controlaría el
acceso a los puestos sacerdotales y políticos. Los hijos de Hotu Matu'a se
convirtieron en los ancestros de las distintas tribus con un jefe supremo, el
Ariki Mau.
Hacia el año 1.000, la sociedad
de Rapa Nui alcanzó su máximo apogeo y experimentó un fuerte aumento
demográfico, iniciándose la construcción de centros ceremoniales de culto a los
antepasados, representados a través de gigantescas estatuas de piedra: los
moais. En el contexto de una sociedad fuertemente estratificada, ordenada a
través de linajes extensos que controlaban un determinado territorio, la
construcción de altares a los antepasados y el levantamiento de los enormes
moais, cumplían la función de reflejar el poder y cohesión interna de cada
clan. El poder político estaba concentrado en el Ariki Mau, autoridad suprema
de carácter hereditario, y en la casta sacerdotal, encargada de mantener las
tradiciones religiosas y el culto a los antepasados.
El crecimiento de la población,
que se estima alcanzó a las 10.000 personas, hizo que la presión sobre los
recursos y la competencia entre los distintos linajes, se hiciera más intensa.
La situación llegó al límite cuando la deforestación casi total de la isla
impidió construir embarcaciones que podrían haber aliviado la presión
demográfica sobre alimentos insuficientes. Los requerimientos de la clase
sacerdotal se hicieron cada vez más difíciles de cumplir, y el poder de los
ancestros ya no fue suficiente para sostener la cohesión interna de los linajes
y el delicado equilibrio social.
A mediados del siglo XVII, o
quizás antes, la situación hizo crisis, estallando un feroz conflicto interno
en el que la gran mayoría de los moais fueron destruidos por clanes rivales. El
reacomodo a la nueva situación ambiental fue lento y difícil, y cristalizó en
el culto a Make Make -el Dios creador- y en la ceremonia del tangata manu
-hombre-pájaro, en la que los distintos linajes competían anualmente por el
poder político. El ganador asumía un carácter sagrado, debiendo vivir solo y
aislado; mientras, su grupo adquiría un poder despótico sobre el resto de la
población, que incluía sacrificios humanos a los dioses para así asegurar el
bienestar para el año. Estas prácticas renovaron constantemente las
hostilidades entre los grupos, produciendo un clima de permanente violencia y
crisis social.
Durante el siglo XVIII visitaron
la isla los primeros navegantes europeos, que fueron quienes dieron a conocer Rapa
Nui ante el mundo. El siglo XIX, una serie de expediciones esclavistas y la llegada de
europeos inescrupulosos, hicieron que la población se redujera al mínimo,
víctima de la caza de esclavos y la viruela. Las jerarquías tradicionales se
desmoronaron y la llegada de misioneros católicos a la isla reforzó la
creciente aculturación. En 1888 el marino chileno Policarpo Toro, tomó posesión
oficial de la isla, incorporándola al territorio chileno. El gobierno chileno
arrendó la isla a una compañía que la convirtió en una gran estancia ovejera,
reduciendo a los indígenas a meros empleados de ésta. En 1966, Rapa Nui volvió
al Estado chileno tras el término del arrendamiento, y, desde entonces, el
desarrollo del turismo y la revaloración de su patrimonio arqueológico, han
marcado una nueva relación entre sus habitantes y el Estado chileno.
Fuente: http://www.memoriachilena.cl
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