lunes, 4 de mayo de 2015

Valparaíso

UBICACIÒN
Valparaíso está situado a 120 kms al N.O. de Santiago, es la capital regional y la capital legislativa del país.
Se accede a través de la Ruta 68 desde Santiago y esta misma ruta la conecta a la altura de Casablanca, con camino secundario a los diferentes balnearios del litoral central. La Ruta 60 la conecta con Los Andes y la ciudad de Mendoza (Argentina).  


Historia 
Antes de la llegada de los conquistadores, la bahía de Quintil, estaba poblada por pequeños grupos de índigenas pescadores que ocupaban los valles y la costa. Changos que dependían de Tanjalonco, señor de los Indios de Quillota y del curso inferior del río Aconcagua. Hasta aquel momento, la región formaba parte del sector sur del imperio incaico. 
En 1536, el capitán don Juan de Saavedra subalterno de don Diego de Almagro, fue el primero en descubrir la bahía de Alimapu en la que desembocaba el valle de Quintil, quien admirado por su belleza la denominó Valparaíso, en recuerdo de su tierra natal. 
Don Pedro de Valdivia funda Santiago de Chile en 1541 y designa a Valparaíso como Puerto Oficial de la ciudad capital del Reino de Chile, Santiago, el 13 de septiembre de 1544. Sin embargo, sólo fue lugar de arribo para naves procedentes del Perú y pasarían bastantes años antes de ser habitado por los españoles. Sólo en 1559 comenzó a delinearse un esbozo de ciudad, partiendo de una iglesia construida en el actual emplazamiento de la Iglesia La Matriz. 
Desde diciembre de aquel año hasta 1615, diversos corsarios y piratas ingleses tales como Francis Drake y Joris Spilbergen, saquearon y destruyeron la aldea repetidas veces, apoderándose del oro que se enviaba al Perú. Por esta razón el Gobernador Oñez de Loyola inició en 1594 la construcción del primer reducto fortificado colonial llamado el “Castillo Viejo”, al pie del actual cerro Artillería. Luego en 1616, se ordenó la creación del Corregimiento de Valparaíso y en 1682 se le declaró Plaza Militar con varias fortalezas, como el “Castillo San José” en el cerro Cordillera, donde residía el gobernador de la Plaza. 
Las exportaciones desde el puerto de Valparaíso se incrementaron en la segunda mitad del siglo XVIII, destacándose productos tales como vino, sebo, carne salada, cueros y quesos que se enviaban al Perú. La importancia que adquirió el puerto también se debió a la llegada de navíos desde España. La mayor actividad se presentaba en verano hasta otoño y en invierno se cerraba por el frecuente mal tiempo. Ya en 1730 existían unas 100 casas y 4 iglesias. En 1789 y 1791 se constituyó un Cabildo el que en 1802 logró del rey el título de “Ciudad de Nuestra Señora de las Mercedes de Puerto Claro”. 
A fines del siglo XVIII Valparaíso contaba ya con su Cabildo. Su población era importante y por el puerto se realizaba un comercio de consideración. Merecía un ascenso en el escalafón geográfico y hasta un escudo. Así, por lo menos lo comprendió don Ambrosio O’higgins, a la sazón Gobernador de Chile, y lo hizo presente al Rey de España en una de sus cartas, el año 1789; mas pasaron los años y del poderoso monarca nada se sabía que tuviera relación con este asunto. 
Recién el 9 de marzo de 1802, por Real Cédula se otorgó el título, el blasón y el estandarte correspondiente. La documentación llegó a Chile en el año 1811 cuando ya se producían los cambios del período de la Independencia. 
El Cabildo porteño creyó necesario someter esta delicada cuestión al parecer del Congreso Nacional que en aquellos meses realizaba sus primeras sesiones. La aplicación de la Real Cédula de 1802 fue aprobada por Decreto de 9 de agosto de 1811, firmado por el presidente don Manuel Pérez Cotapos y el vicepresidente don Juan Cerdán, del Primer Congreso Nacional, que desempeñaba también el poder ejecutivo, firmando como secretario don Agustín Vial Santelices, diputado  por Valparaíso. 
El 28 de noviembre de 1811, el Cabildo de Valparaíso tomó conocimiento de esta aprobación y mandó aplicarla. Inmediatamente se dispuso que los mejores artistas de Santiago fueran encargados de bordar y pintar el escudo y estandarte real, que dieron a la población el título de “muy noble e ilustre ciudad”. 
El escudo quedó constituido por los siguientes elementos:
- Sobre fondo de oro, base olas, azul, que representan la calidad de puerto.
- Sobre las olas, rocas, un castillo gris, que simboliza la calidad de plaza fuerte.
- Sobre el castillo, la imagen de Nuestra Señora de Las Mercedes de Puerto Claro, patrona de      Valparaíso, con túnica blanca, manto azul claro, imagen sin niño.
- El conjunto va insertado en una águila de color oscuro que representa el águila de San Juan, del escudo de los Reyes Católicos.  
A partir de la Independencia y de la Libertad de Comercio, Valparaíso se convierte en escala obligada de las rutas marítimas que venían a las costas e Islas del Océano Pacífico desde el Océano Atlántico, ya sea por el Estrecho de Magallanes como por el Cabo de Hornos,  cuadruplicando  su actividad comercial con muchos países. Además, se forma  la Marina Mercante Nacional. 
En 1831, Valparaíso llegó a tener 24.000 habitantes, 52.600 en 1854 y 121.600 en 1895. En 1905 tenía 162.000 habitantes de los cuales unos 12.000 eran extranjeros. 
A partir del siglo pasado Valparaíso ha mantenido un constante progreso, instalándose la primera línea telefónica, una de las primeras líneas férreas del país, tranvía, telégrafo, alumbrado público a gas y eléctrico, gas de cañería, ascensor, bomberos, astillero, dique flotante, banco, etc. Además fue fundado "El Mercu­rio de Valparaíso" en 1827, por Don Pedro Félix Vicuña, padre de Don Benjamín Vicuña Mackenna. Desde 1860, ingleses, alemanes, franceses, italianos y norteamericanos, se instalaron construyendo bellas edificaciones y manejaron el comercio de importación, incorporando importantes capitales en la minera salitrera. El desarrollo financiero y comercial-industrial quedó en manos de una emprendedora burguesía porteña que hizo de esta ciudad la capital económica de Chile hasta 1910.  
En 1866, el desarrollo y auge alcanzado por Valparaíso se vió interrumpido por el bombardeo de la escuadra española, que destruyó e incendió gran parte del sector portuario, el que luego fue reconstruido y nuevamente fortificado. El Puerto, a pesar de su importancia, no contaba con maquinarias, muelles, grúas y líneas férreas hasta la década de 1870. Las mercaderías se transportaban en botes y chalupas a fuerza de brazos en las espaldas de fuertes jornaleros. 
La Guerra Civil de 1891 dejó un amargo recuerdo por los fusilamientos, el desenlace trágico después de la batalla de Placilla y por los duros cañoneos entre la escuadra congresista sublevada contra el presidente Balmaceda y las fortificaciones costeras. Por otro lado, el gran terremoto de 1906 destruyó casi todo el Almendral y nunca se supo el número exacto de víctimas. La reconstrucción del Almendral permitió el ensanche de calles y la creación de tres amplias avenidas: Pedro Montt, Colón y Errázuriz y de esta forma, la ciudad adquirió las características arquitectónicas y urbanísticas actuales. 
Este primer puerto de la nación, ofrece gran variedad de lugares hermosos y pintorescos, como plazas, cerros, barrios, caletas pesqueras, playas, avenidas, calles llenas de recovecos que ofrecen  al visitante paisajes plenos de grandeza, hermosura y tipicidad. Su gente, se entremezcla con la marinería y tripulaciones de las más diversas nacionalidades, agregándole a la ciudad un marcado carácter cosmopolita. Punto de partida, además, de excursiones a pintorescos lugares como la Isla de Pascua, Archipiélago de Juan Fernández e interesantes puntos del interior; cuenta con hoteles y restaurantes que siempre pueden ofrecer comidas típicas o internacionales 
Desde el soberbio espectáculo del anfiteatro gigantesco que despliegan sus 44 cerros sobre la bahía, hasta cada rincón de sus callejuelas escondidas, Valparaíso siempre  tiene algo nuevo que ofrecer al visitante. El paisaje espléndido y majestuoso de día, se vuelve mágico de noche, cuando desde los cerros la ciudad brilla en millones de luciérnagas que se reflejan en la bahía.

 Valparaíso, que ha sabido mantener sus tradiciones, es una fuente inagotable de inspiración para escritores, poetas, músicos, pintores y en general para los amantes de lo  bello y lo romántico.

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