TEMOR A LA RECESIÓN, CRIMINALIDAD... Y DILMA
Los millonarios huyen de
Brasil
Los ricos
brasileños se preparan para abandonar el país a tiempo, antes de que se
produzca la temida debacle económica que muchos analistas vaticinan.
Todo comenzó
tras la contienda
electoral del pasado año. Fue entonces cuando Lacaz Martins, Pereira
Neto, Gurevich & Schoueri, un importante bufete de abogados con sede en São
Paulo, Río de Janeiro y Brasilia, se especializó en atender la creciente
demanda de información legal y fiscal de los millonarios brasileños, que
barajan huir del país por miedo a la
recesión o a algo incluso peor.
En una línea
parecida trabaja LCR Capital Partners, una
empresa de Westport con presencia en Miami, Pekín y São Paulo, que se dedica a orientar
a aquellos ricos que se preparan para dar el salto a Estados Unidos
con todo su dinero a cuestas. Su área de trabajo se centra en el EC-5, la
legislación estadounidense que fomenta la inversión extranjera en
infraestructuras a cambio de la preciada Greencard (el permiso de
residencia permanente en EEUU) para toda la familia.
La pregunta
del millón es: ¿cómo me llevo mi fortuna de aquí sin que el fisco me cruja? Los
ricos de Brasil se preparan contra reloj para huir a tiempo antes de que se
produzca la temida debacle económica que muchos analistas vaticinan. No existen
datos oficiales, pero los millonarios a la fuga son legión. Según el
abogado Ricardo Lacaz, la mayoría son antiguos empresarios con fortunas
monetizadas a través de la venta de grandes propiedades durante el reciente
movimiento de compraventa, que él define como “evento de liquidez”.
En el grupo de los más interesados también se incluyen varios herederos de
renombre. Su bufete estima que estos millonarios suman entre todos un
patrimonio superior a los 100 millones de reales (38 millones de euros).
Sin embargo,
no sólo las grandes fortunas se preparan para abandonar un barco que,
según ellos, estaría a punto de hundirse. Hace meses que se vienen gestando
movimientos centrípetos en las altas y medianas esferas de la sociedad. Desde
las elecciones presidenciales, en octubre del año pasado, el grito de “Me voy
de aquí” resuena alto y claro, tanto en las redes sociales como en las
conversaciones entre amigos. No hay que olvidar que Dilma Rousseff es la
presidenta elegida con el menor
porcentaje de votos en la historia de Brasil, es decir,
que la mitad del país no se siente representada por la mandataria.
Entre la
primera y la segunda vuelta, decenas de personas –todas de clase media y alta– amenazaban
con abandonar Brasil si Dilma era reelegida. “Aquí ya no se
puede vivir. Estoy como loca por irme de nuevo”, decía a este diario
Luisa, esposa de un alto ejecutivo de una empresa brasileña que vive en un
condominio residencial del Río de Janeiro acaudalado. Luisa pasó unos años en
Madrid con su marido por cuestiones de trabajo, antes de volver a Brasil. “No
sabes cómo lo echo de menos. La seguridad, los servicios, la calidad de vida.
Con la crisis y todo, en Madrid se sigue estando mucho mejor que aquí”,
asegura.
Éxodo masivo a Miami y Florida
A principios
de febrero, el prestigioso periódico económico The Wall Street Journal
publicaba un reportaje sobre el éxodo masivo de los brasileños ricos
a Miami y Florida. Según la publicación, las razones que empujan a
empresarios y altos directivos a buscar cobijo en los Estados Unidos son
básicamente dos: la economía, que el diario define como
“moribunda”, y los elevados índices
de criminalidad. Una abogada de Miami asegura en este reportaje que
el número de llamadas de brasileños que solicitan información sobre visados,
compra de pisos o apertura de negocios en EEUU ha crecido diez veces desde la
reelección de Dilma.
En la
actualidad, cerca de un tercio de los tres millones de brasileños que viven
fuera del país están en Estados Unidos. Sin embargo, el perfil del brasileño
que decide emigrar es muy diferente hoy del que hubo en otros momentos de
éxodo, como en los años 80 y 90, cuando el desempleo y la inflación, que llegó
a superar el 2.750%, empujaron a los ciudadanos más pobres, y a los más
castigados por el corralito del
expresidente Collor de Mello, a buscarse la vida fuera del país.
Hoy, además
de las grandes riquezas y de los empresarios, son los intelectuales y los
creativos de clase media los que suspiran por Europa. Para ellos, el Viejo
Continente sigue siendo la cuna de la cultura y los valores cívicos. Es el caso
de Isabel, una guionista que estudió cine en Madrid y ahora trabaja en Río de
Janeiro. “Yo he puesto a la venta mi apartamento de São Paulo, ahora que los precios
todavía están por las nubes. ¿Quién va a querer vivir en una
macrourbe de más de 12 millones de habitantes sin agua?”, reflexiona, en
referencia a la terrible crisis hídrica que
castiga Brasil y, especialmente, la región de São Paulo desde hace
más de un año. Isabel reconoce que, si consigue vender su vivienda, guardará el
dinero y esperará al curso de los acontecimientos. “De repente vuelvo a Madrid
y me compro un piso allí. Los precios están más bajos que aquí, por absurdo que
parezca”, añade.
Aunque la
sequía que padece Brasil no es una razón objetiva para dejar el país, es un
tema que sí preocupa a los brasileños, y más aun desde que han ido apareciendo
en la prensa local varios estudios que demuestran que la sequía era un problema
anunciado y denunciado desde hace diez años. Es decir, podría haberse
gestionado de una forma más eficiente. La progresiva devaluación del real
con respecto al dólar y la inestabilidad política son otros factores
citados por los que protagonizan la nueva oleada migratoria.
Sin duda,
las elevadísimas tasas
de criminalidad representan una de las causas principales que
empujan al exilio a los brasileños. Los datos sugieren un repunte de entre
un 20% y un 30% en los robos y asaltos, aunque las muertes violentas siguen
bajando. El año pasado, Río de Janeiro batió un récord: 2014 fue el año en que
más se invirtió en seguridad ciudadana, entre otros motivos por el Mundial de
Fútbol. La inversión en este campo ha sido constante desde 2009, es decir,
desde el inicio de la pacificación de
las favelas: en total, unos 7.800 millones de euros. Y a
pesar de ello, en 2014 se registraron 158.078 asaltos, frente a los 137.422 de
2007. Por ejemplo, el número de casos de robo de móviles aumentó un 74,5% en
diciembre, en comparación con el mismo mes de 2013.
En São
Paulo, la capital económica de Brasil, los robos también aumentaron un
26,5%. El año pasado se registraron 160.103 casos, frente a los 126.526 de
2013. Teniendo en cuenta que São Paulo tiene del doble de la población de Río
de Janeiro, parece obvio que la Cidade Maravilhosa no es tan maravillosa
como parece. “¿De verdad te planteas quedarte en Brasil, con tanta
inseguridad ciudadana, sin un sistema sanitario en condiciones, con la
inflación disparada y una crisis en ciernes?”, me pregunta Isabel.
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