jueves, 11 de junio de 2015

Temor de Brasil

TEMOR A LA RECESIÓN, CRIMINALIDAD... Y DILMA
Los millonarios huyen de Brasil
Los ricos brasileños se preparan para abandonar el país a tiempo, antes de que se produzca la temida debacle económica que muchos analistas vaticinan.


Todo comenzó tras la contienda electoral del pasado año. Fue entonces cuando Lacaz Martins, Pereira Neto, Gurevich & Schoueri, un importante bufete de abogados con sede en São Paulo, Río de Janeiro y Brasilia, se especializó en atender la creciente demanda de información legal y fiscal de los millonarios brasileños, que barajan huir del país por miedo a la recesión o a algo incluso peor.
En una línea parecida trabaja LCR Capital Partners, una empresa de Westport con presencia en Miami, Pekín y São Paulo, que se dedica a orientar a aquellos ricos que se preparan para dar el salto a Estados Unidos con todo su dinero a cuestas. Su área de trabajo se centra en el EC-5, la legislación estadounidense que fomenta la inversión extranjera en infraestructuras a cambio de la preciada Greencard (el permiso de residencia permanente en EEUU) para toda la familia.
La pregunta del millón es: ¿cómo me llevo mi fortuna de aquí sin que el fisco me cruja? Los ricos de Brasil se preparan contra reloj para huir a tiempo antes de que se produzca la temida debacle económica que muchos analistas vaticinan. No existen datos oficiales, pero los millonarios a la fuga son legión. Según el abogado Ricardo Lacaz, la mayoría son antiguos empresarios con fortunas monetizadas a través de la venta de grandes propiedades durante el reciente movimiento de compraventa, que él define como “evento de liquidez”. En el grupo de los más interesados también se incluyen varios herederos de renombre. Su bufete estima que estos millonarios suman entre todos un patrimonio superior a los 100 millones de reales (38 millones de euros).
Sin embargo, no sólo las grandes fortunas se preparan para abandonar un barco que, según ellos, estaría a punto de hundirse. Hace meses que se vienen gestando movimientos centrípetos en las altas y medianas esferas de la sociedad. Desde las elecciones presidenciales, en octubre del año pasado, el grito de “Me voy de aquí” resuena alto y claro, tanto en las redes sociales como en las conversaciones entre amigos. No hay que olvidar que Dilma Rousseff es la presidenta elegida con el menor porcentaje de votos en la historia de Brasil, es decir, que la mitad del país no se siente representada por la mandataria.
Entre la primera y la segunda vuelta, decenas de personas –todas de clase media y alta– amenazaban con abandonar Brasil si Dilma era reelegida. “Aquí ya no se puede vivir. Estoy como loca por irme de nuevo”, decía a este diario Luisa, esposa de un alto ejecutivo de una empresa brasileña que vive en un condominio residencial del Río de Janeiro acaudalado. Luisa pasó unos años en Madrid con su marido por cuestiones de trabajo, antes de volver a Brasil. “No sabes cómo lo echo de menos. La seguridad, los servicios, la calidad de vida. Con la crisis y todo, en Madrid se sigue estando mucho mejor que aquí”, asegura.
Éxodo masivo a Miami y Florida
A principios de febrero, el prestigioso periódico económico The Wall Street Journal publicaba un reportaje sobre el éxodo masivo de los brasileños ricos a Miami y Florida. Según la publicación, las razones que empujan a empresarios y altos directivos a buscar cobijo en los Estados Unidos son básicamente dos: la economía, que el diario define como “moribunda”, y los elevados índices de criminalidad. Una abogada de Miami asegura en este reportaje que el número de llamadas de brasileños que solicitan información sobre visados, compra de pisos o apertura de negocios en EEUU ha crecido diez veces desde la reelección de Dilma.
En la actualidad, cerca de un tercio de los tres millones de brasileños que viven fuera del país están en Estados Unidos. Sin embargo, el perfil del brasileño que decide emigrar es muy diferente hoy del que hubo en otros momentos de éxodo, como en los años 80 y 90, cuando el desempleo y la inflación, que llegó a superar el 2.750%, empujaron a los ciudadanos más pobres, y a los más castigados por el corralito del expresidente Collor de Mello, a buscarse la vida fuera del país.

Hoy, además de las grandes riquezas y de los empresarios, son los intelectuales y los creativos de clase media los que suspiran por Europa. Para ellos, el Viejo Continente sigue siendo la cuna de la cultura y los valores cívicos. Es el caso de Isabel, una guionista que estudió cine en Madrid y ahora trabaja en Río de Janeiro. “Yo he puesto a la venta mi apartamento de São Paulo, ahora que los precios todavía están por las nubes. ¿Quién va a querer vivir en una macrourbe de más de 12 millones de habitantes sin agua?”, reflexiona, en referencia a la terrible crisis hídrica que castiga Brasil y, especialmente, la región de São Paulo desde hace más de un año. Isabel reconoce que, si consigue vender su vivienda, guardará el dinero y esperará al curso de los acontecimientos. “De repente vuelvo a Madrid y me compro un piso allí. Los precios están más bajos que aquí, por absurdo que parezca”, añade.

Aunque la sequía que padece Brasil no es una razón objetiva para dejar el país, es un tema que sí preocupa a los brasileños, y más aun desde que han ido apareciendo en la prensa local varios estudios que demuestran que la sequía era un problema anunciado y denunciado desde hace diez años. Es decir, podría haberse gestionado de una forma más eficiente. La progresiva devaluación del real con respecto al dólar y la inestabilidad política son otros factores citados por los que protagonizan la nueva oleada migratoria.
Sin duda, las elevadísimas tasas de criminalidad representan una de las causas principales que empujan al exilio a los brasileños. Los datos sugieren un repunte de entre un 20% y un 30% en los robos y asaltos, aunque las muertes violentas siguen bajando. El año pasado, Río de Janeiro batió un récord: 2014 fue el año en que más se invirtió en seguridad ciudadana, entre otros motivos por el Mundial de Fútbol. La inversión en este campo ha sido constante desde 2009, es decir, desde el inicio de la pacificación de las favelas: en total, unos 7.800 millones de euros. Y a pesar de ello, en 2014 se registraron 158.078 asaltos, frente a los 137.422 de 2007. Por ejemplo, el número de casos de robo de móviles aumentó un 74,5% en diciembre, en comparación con el mismo mes de 2013.

En São Paulo, la capital económica de Brasil, los robos también aumentaron un 26,5%. El año pasado se registraron 160.103 casos, frente a los 126.526 de 2013. Teniendo en cuenta que São Paulo tiene del doble de la población de Río de Janeiro, parece obvio que la Cidade Maravilhosa no es tan maravillosa como parece. “¿De verdad te planteas quedarte en Brasil, con tanta inseguridad ciudadana, sin un sistema sanitario en condiciones, con la inflación disparada y una crisis en ciernes?”, me pregunta Isabel.


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