El misterio de la base china en Neuquén
Es inadmisible que el Gobierno mantenga en secreto anexos del acuerdo
por el cual se otorgaron a China 200 hectáreas en la Patagonia
La política del
hecho consumado es la que parece regir la instalación, en Neuquén, de una estación
espacial de exploración lunar de China en un enorme predio de 200 hectáreas concedido a
Pekín por 50 años. La Comisión de Relaciones Exteriores del Senado otorgó
dictamen favorable al misterioso y cuestionado acuerdo entre el gobierno
argentino y el chino, que por extraño que parezca tiene anexos que se mantienen
en secreto, mientras cientos de obreros ya trabajan en la construcción de la
planta.
Como informó LA NACION, se sabe que China gozará de una exención impositiva durante 50 años, que
sus leyes y no las argentinas regirán la actividad de los ciudadanos chinos que
allí se desempeñen, que la Argentina no podrá interrumpir las actividades
normales que se desarrollen en la base y que nuestro país sólo podrá hacer uso
de las instalaciones el diez por ciento del tiempo de trabajo de la estación,
equivalente a dos horas y cuarenta minutos por día.
La mayoría kirchnerista en la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado
permitió aprobar el acuerdo, que aún debe votarse en el recinto, pero en la
oposición política y también entre los oficiales de las Fuerzas Armadas lo que
más se ha cuestionado es la existencia de los anexos reservados que contienen
la letra chica del acuerdo suscripto por la Comisión Nacional de Actividades
Espaciales (Conae) con la Agencia Nacional China de Lanzamiento, Seguimiento y
Control General de Satélites (CLTC). La decisión política fue adoptada por Cristina Kirchner y su par chino, Xi Jinping. No ha sido el único
acuerdo, pues los presidentes de los bancos centrales de ambos países acordaron
instrumentar un swap de monedas para reforzar las reservas argentinas.
El mayor temor que el misterioso
acuerdo despierta entre sus críticos es la posibilidad de que la real finalidad
de la base china no sea la astronomía sino las actividades bélicas. Nuestras
Fuerzas Armadas no fueron consultadas por las autoridades nacionales, y la
ausencia de esa opinión es otro motivo de preocupación. De todos modos, fuentes
castrenses sostienen que las antenas que se levantarán en la base de Bajada del
Agrio también son aptas para el seguimiento de misiles.
Las obras de la base comenzaron antes
de contar con el aval parlamentario porque para ello bastaba el visto bueno de Neuquén que, en virtud de la autarquía
provincial, puede firmar acuerdos con otros países para permitir construcciones
civiles. La letra chica del acuerdo de la Conae con CLTC y el pacto del
gobierno neuquino con China se encuentran en los anexos reservados que no se
hicieron públicos en el Senado.
La Conae ha rechazado la posibilidad
del uso militar de las instalaciones y sostuvo que Pekín realizará "tareas
de exploración del espacio profundo". Otro tanto hizo el ministro de
Planificación, Julio De Vido, al calificar el temor de "absurdo y
descabellado" pues "el plan espacial chino de llegar a la luna en
2020 no tiene ni podría tener fines militares". Por su parte, la embajada
china en Buenos Aires explicó que la base brindará apoyo a misiones de
exploración espacial.
De todos modos, las dudas se
mantienen. La sola existencia de anexos secretos las alientan. y la prospección
estratégica de hoy no aleja la posibilidad de un conflicto armado en un futuro
no tan lejano, con satélites de mayor envergadura en lugar de los portaaviones
y el espacio como escenario que desplazará al mar. Las armas serán más letales
y los misiles jugarán un papel decisivo.
Por otra parte, ¿cómo puede la Cámara
alta analizar un acuerdo si éste tiene áreas que se sustraen al conocimiento de
los representantes del pueblo que deben expedirse? En una palabra, ¿cómo
rechazar o aprobar en el Congreso algo que se desconoce y cuya construcción
avanza?
El senador Ernesto Sanz (UCR) exigió
"salir del secretismo", al tiempo que aseguró que los legisladores no
recibieron la información necesaria. Para otro senador radical, Juan Carlos
Marino, "se trata de una cesión de soberanía de territorio argentino a
China". Por su parte, los diputados Patricia Bullrich (Unión por Todos) y
Mario Negri, presidente del bloque radical, presentaron pedidos de informes
para conocer la verdadera naturaleza del acuerdo y el texto oculto.
Otro motivo para preocuparse y
reclamar el acceso irrestricto al texto del acuerdo es que la oposición en el
Senado posee información que indica que el director de la CLTC sería también
jefe militar del Departamento de Armamento General del Ejército chino.
La falta de una clara y coherente
política exterior por parte del Gobierno agrava el panorama. La improvisación,
la prepotencia, el oportunismo y una muy larga sucesión de graves errores han
ocupado el lugar de lo que debería ser una política racional de cara al mundo y
nos han distanciado de nuestros clásicos aliados.
El Gobierno, tan celoso de la
soberanía siempre y cuando ésta se limite a los discursos, parece descuidarla
cuando firma con una fuerte potencia un acuerdo de medio siglo de duración
-cuyo texto completo se oculta- y que involucra, no se sabe por qué, una
extensa porción de nuestro suelo en una provincia que posee los ricos yacimientos
petrolíferos de Vaca Muerta.
A su vez, las conversaciones con
Pekín para aumentar las reservas de divisas del Banco Central alimentan las
sospechas sobre una eventual contraprestación por parte de la Argentina.
Como puede advertirse, son demasiadas
las dudas y es inadmisible el secreto en torno de un acuerdo con una potencia
extranjera que nos compromete durante el nada despreciable lapso de 50 años. El
Gobierno se ha caracterizado por el manejo secreto de muchas cuestiones que
deberían estar en la agenda pública y en el conocimiento de las respectivas
comisiones del Congreso. Se trata de un pésimo proceder que se ha convertido en
una repudiable costumbre
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